8 mayo 2019

La procesionaria del pino

Dicen que “la curiosidad mató al gato”, pero también puede hacerle mucho daño, o incluso costarle la vida a nuestro perro, si no evitamos que su curiosidad canina le haga entrar en contacto con las procesionarias, esas orugas que avanzan en fila india en los bosques y parques en primavera.

¿Qué es la procesionaria?

La procesionaria, o Thaumetopoea pityocampa es un insecto común en España y en otros lugares cálidos del mundo, como el norte de África. Su peligrosidad radica en los incontables pelos (tricomas), altamente urticantes, que cubren su cuerpo y a la fuerte toxina llamada thaumatopina, que desprende cuando se siente amenazado y que ocasiona desde alteraciones cutáneas locales más o menos graves, como enrojecimiento y picor en los ojos y en la piel, hasta necrosis de la lengua o incluso shock anafiláctico.

¿Cuál es su ciclo de vida?

Todo empieza a finales del verano, cuando la mariposa de la oruga procesionaria pone los huevos en un pino o abeto. De estos huevos, durante los meses de invierno, eclosionan las orugas, que se agrupan en las típicas bolsas de seda blanca y que penden de los pinos en sus zonas más soleadas, sirviéndoles de protección.

Al comienzo de la primavera las orugas salen de las bolsas y descienden formando una hilera, buscando un terreno blando donde enterrarse. Dentro de la tierra se convierten en crisálidas que, cuando las condiciones son favorables, salen de ellas las mariposas desde el suelo y comienza el ciclo de nuevo.

¿Dónde se encuentra?

La procesionaria del pino no sólo está presente en los bosques sino también en los parques y jardines de muchas ciudades. Durante la época de riesgo debemos vigilar los carteles informativos y mirar si hay bolsas en los árboles antes de entrar en parques o zonas desconocidas. En tal caso es recomendable llevar al perro atado con correa.

¿Por qué es tan peligrosa?

Los pelos que recubren a este insecto son ligeros y se sueltan fácilmente, por lo que cualquier circunstancia puede hacer que salgan volando y que su toxina llegue a nuestras mascotas, provocando alergia y ronchas en la piel.

Ya sabemos que los perros son animales de naturaleza curiosa, por lo que es normal que, si ven algo que les llame la atención, vayan a ver qué es.

Muchos sienten curiosidad por la gran cantidad de orugas moviéndose en procesión, se acercan, las olisquean e ingieren pelos urticantes o se los llevan en las patas, que también ingieren si sienten dolor y se quieren aliviar lamiéndose. Si llegan a la boca, la reacción patológica es mucho más grave e inmediata.

¿Qué síntomas presenta el perro?

Podemos sospechar que el perro ha estado en contacto con la procesionaria si presenta:
  • Nerviosismo: Se rasca la boca desesperadamente frotándose con el suelo.
  • Salivación excesiva.
  • Vómitos.
  • Hinchazón de la lengua y/o los labios que le pueden provocar asfixia.
  • Convulsiones
Si sospechamos que ha podido acercarse a alguna oruga y aparecen alguno de estos síntomas es conveniente lavar la boca con abundante agua y, sin perder ni un solo minuto más, llevarlo rápidamente al veterinario. Puede producirse la muerte de nuestra mascota entre las dos primeras horas después del contacto.

¿Cuál es el tratamiento para irritaciones por procesionaria?

El veterinario actuará según la gravedad del caso. Si hemos actuado con rapidez es posible que con un tratamiento a base de corticoides sea suficiente.
En caso de afectación respiratoria, legua o shock anafiláctico, deberá quedarse ingresado en espera de su evolución.

Si nuestro perro ha ingerido o chupado la oruga corre el riesgo de perder parte de la lengua. Por ello, es sumamente importante acudir a un veterinario lo más rápido posible.

Cada caso es distinto y necesita un tratamiento adecuado para garantizar su óptima recuperación.