29 junio 2021

La misteriosa evolución y domesticación del gato

Un halo de misterio rodea a nuestros gatos, no sólo su comportamiento es peculiar y curioso, sus orígenes siguen siendo difíciles de explicar. ¿Quieres sumergirte en su historia?

El ancestro común de los felinos modernos y extintos, el Proailurus lemanensis, data de hace unos 30 millones de años. Los grandes félidos parece que surgieron hace unos 10 millones de años, mientras que el género Felis (el del gato salvaje y doméstico), apareció el último, hace unos 3 millones de años.

En algunas fuentes se habla del Pseudaelurus como origen de los felinos actuales pero otras fuentes ubican al Pseudaelurus como el antecesor de una línea paralela de felinos extintos. Esa incongruencia de hipótesis sobre el origen de los felinos actuales se debe a que la información de los registros fósiles encontrados es escasa, a que la evolución de cada género fue muy rápida y a que al haber convivido varias líneas paralelas de familias en el mismo período evolutivo, los límites son imprecisos. Por todo ello, las conclusiones derivadas sobre el origen de estos animales son variadas y por el momento, poco aclaratorias.

Pero no sólo hay controversia acerca de su evolución. La historia de la domesticación del gato está plagada de interrogantes e incluso contradicciones. Se plantean varias hipótesis separadas en el espacio y el tiempo:

  • El linaje de Oriente Medio, en donde una semi-domesticación o relación de mutuo provecho debió coincidir con el desarrollo de la agricultura hace unos 12.000-10.000 años (el almacenamiento de grano atraía roedores que el hombre necesitaba controlar). Y de ahí se cree que el gato pasó a Europa hace unos 6000 años.
  • El linaje de Egipto donde la domesticación debió ocurrir entorno al 3.000 A.C y donde el gato adquirió una importancia religiosa notable. Este linaje sería el origen de la expansión de este animal por el Mediterráneo según otras fuentes, como las mencionadas por el grupo GEMFE (grupo de veterinarios especialistas en medicina felina), que explican que la expansión del gato por Europa fue un proceso lento que se debió básicamente a la invasión romana de Egipto y posterior romanización de otros territorios (entorno al 2000-1000 A.C.).
  • Por último, existen autores que sitúan en Chipre la domesticación “real” del gato, ya que se han encontrado restos de un gato enterrado con signos de haber guardado un vínculo especial con humanos, con una antigüedad de 9500 años.

Pese a la falta de una teoría unificada, la domesticación del gato sigue generando interés y cada día se inician nuevas investigaciones, como relata la revista National Georgaphic, para intentar arrojar un poco más de luz a este misterio.

Dejando a un lado las diferentes teorías sobre cuándo y dónde ocurrió, se han planteado dos escenarios:

1) La domesticación fue una idea del propio gato cuando compartían su territorio con humanos que almacenaban grano y, por tanto, atraían roedores (es decir, una relación de comensalidad).

2) La domesticación fue una situación forzada, al confinar a estos animales en espacios de los que no podían escapar (ya fuera por motivos religiosos o por control de plagas).

Al margen de la controversia, la domesticación implicó unos cambios en su comportamiento natural que supusieron una reducción de la desconfianza hacia el hombre y de la reactividad ante estímulos externos asociados a la convivencia cercana.

Lo que sí se tiene claro es que los gatos eran (y son) animales muy territoriales, poco sociables, en comparación con el perro, y con altos requerimientos de carne, por lo que la convivencia íntima con el hombre no era la ideal (el hombre también cazaba).

Aún en nuestros días, podemos afirmar que el comportamiento del gato doméstico sigue siendo muy similar al del gato salvaje original. Prueba de ello es la capacidad que tienen de cazar con éxito, aun habiendo sido criados en cautividad toda su vida (capacidad que no todos los perros muestran), la facilidad que tienen de interactuar con gatos salvajes o la “dificultad para ser entrenados” (no es algo imposible, pero es más complicado).

Pese a la creciente popularidad del gato como animal de compañía, se sigue teniendo la creencia de que estos animales son distantes e interesados, pero simplemente son diferentes a los perros. Últimos estudios apuntan a que sus “habilidades socio-cognitivas” no son nada desdeñables comparadas con las de los perros. Se ha visto, tal y como se publicó en la revista Current Biology, que los gatos buscan la interacción con las personas y que somos objeto de interés e incluso preferencia. Es más, al igual que para los perros, para los gatos somos figuras que transmiten tranquilidad y seguridad.

Por todo ello, debemos tener presente que la convivencia diaria con nosotros hace que nuestras acciones y emociones tengan gran influencia en su estabilidad emocional (buenas noticias para los amantes de los gatos, malas noticias para la estabilidad emocional del gato).

En Dingonatura nos gustaría poder ayudarte a que tu gato sea más feliz cada día. Para ello, no sólo compartimos información que creemos valiosa, si no que elaboramos recetas que contribuyen a mejorar el bienestar emocional de nuestros gatos.