18 junio 2019

Síndrome del gato paracaidista

Probablemente te sorprenda el título de este artículo, de hecho, nos alegraremos de que sea así, pues colaboraremos a que tu gato no lo sufra. Por el contrario, si lo conoces de primera mano, esperamos que te ayude a que no vuelva a sufrirlo.

¿QUE ÉS EL SINDROME DEL GATO PARACAIDISTA?

El síndrome del gato paracaidista es un motivo de visita frecuente al veterinario que ocurre cuando el gato sufre lesiones por haberse precipitado al vacío desde un balcón o ventana. Los gatos son grandes observadores, les encantan las alturas y contemplar la vida pasar desde ellas. Inevitablemente, en alguna ocasión, movidos por la curiosidad o su instinto cazador, pueden desequilibrarse y caer al vacío.

¿CUÁLES SON LOS FACTORES DE RIESGO?

El principal factor de riesgo es tener en casa ventanas o terrazas sin protección (mosquiteras u otros sistemas), que les permitan subirse en el poyete o en las barandillas y estar expuestos a la caída.

Aunque cualquier gato puede caerse, pues el refrán “la curiosidad mató al gato” es claramente aplicable a esta situación, la falta de experiencia de los gatitos/gatitas jóvenes que aún no son totalmente conscientes del peligro, o el instinto reproductor de adultos no esterilizados y en época de celo, puede incrementar el riesgo a este síndrome.
 

¿QUÉ SABEMOS DEL MITO DE LAS SIETE VIDAS?

Cierto es que los gatos tienen un especial sentido del equilibrio que les permite darse la vuelta y caer de pie. De este modo las patitas frenan el golpe y evitan posibles lesiones abdominales graves. Gracias a este reflejo, pueden presumir de un índice de supervivencia superior a la media.

Aunque parezca una contradicción, cuando la caída se produce desde una altura inferior a los tres metros cabe la posibilidad de que no le dé tiempo a darse la vuelta, por lo que las consecuencias pueden ser mucho peores.

¿QUÉ OCURRE CUANDO CAEN?

En caso de que estemos en casa, es importante mantener la calma y bajar a buscarlo cuanto antes. Debemos valorar su estado y, con mucho cuidado, llevarlo al veterinario.

Aunque nuestro gato no salga de casa, es importante que lleve el microchip por si cae en nuestra ausencia y lo recoge algún viandante. De modo contrario, no podrán localizarnos y la situación será mucho peor. Lo normal es que, al caer, asustado, busque un escondite y se quede resguardado, pero si las lesiones se lo permiten, también puede correr despavorido y desorientado, siendo mucho más difícil encontrarle.

La prevención siempre es el mejor método para evitar disgustos y disfrutar de la compañía de nuestro gato.

¿QUÉ LESIONES SUFRE UN GATO PARACAIDISTA?

Se describe como síndrome el conjunto de síntomas que son comunes ante una situación concreta. Estos son los síntomas o lesiones que ocurren cuando un gato se precipita al vacío desde una altura considerable:
  • Fractura de cadera. Es la primera en recibir el golpe y, como consecuencia, la más fecuente.
  • Fractura de tibia.
  • Fractura de mandíbula: Al caer y flexionar las extremidades, la mandíbula golpea con el suelo y se puede fracturar.
  • En caso de no observar ninguna lesión aparente debemos acudir igualmente al veterinario, ya que puede tener lesiones internas que no se observan a simple vista, como una rotura de bazo o de vejiga, entre otras

¿CÓMO PODEMOS EVITARLO?

A los gatos le gusta disfrutar de un buen día de sol en el balcón o la ventana, por lo que es imprescindible proteger estos espacios con vallas, redes, cristales, mosquiteras y otros sistemas de contención.

Para espacios grandes, como terrazas, también se pueden instalar “pastores eléctricos”, que el gato pronto aprende a no traspasar.

Debemos tener en cuenta que cualquier distracción es peligrosa, no es de extrañar que un objeto o un pájaro pueda despertar su curiosidad y acabar en un fatal accidente.

Y algo importante: En caso de haber padecido una caída no debemos confiarnos de que habrá aprendido la lección. Los gatos son reincidentes, su instinto puede a su prudencia, y son muchos los casos de gatos con varias caídas en su haber.

Siempre es mejor prevenir que curar, y en este caso, la gravedad del riesgo al que se someten lo requiere.